¿Qué empujó a nuestros antepasados recolectores y cazadores nomadas a crear la agricultura sentando las bases de la civilización actual? Aunque pueda resultar increíble, según las evidencias científicas actuales, la respuesta podría ser la cerveza.
El primero en hacerse esta pregunta fue el científico norteamericano Robert Braidwood en 1953, pero no tenía toda la información necesaria para poder responder con contundencia. Los arqueólogos y prehistoriadores le siguen dedicando mucha atención y trabajo serio.
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The Beer Bang Theory
Si uno hace el esfuerzo de situarse a una época donde no había casi nada de lo que actualmente nos entretiene y viene alguien y te dice: «¡He inventado un brebaje increíble!», algo remotamente parecido a lo que hoy consideramos cerveza, de fermentación salvaje y graduación muy baja, con restos de cáscara de cebada o trigo en su interior que se pueden sortear con el uso de una bombilla.
Y tu, que eres un cazador recolector de hace 13.000 años, pruebas el brebaje y te das cuenta de que produce un estado algo alterado de la conciencia, aún no llegando a los 4 grados de alcohol, además de llenarte el estómago, que huele de maravilla, sabe bien, es dulce, provoca un cierto picor en el paladar porqué mantiene una pequeñísima cantidad de CO2.
¿Qué le vas a contestar?: «Paso, prefiero las mismas papillas que hemos comido durante los últimos 6.000 años». ¡Claro que no!
Si tu eres un habitante de lo que actualmente es Israel, cerca del río Wad-en-Natuf de hace 13.000 años, en ese preciso instante empiezas a dar saltos de alegría; montas un fiesta con tus amigos de la tribu y te apuntas al primer curso de homebrewing de la historia: «Hoy les vamos a enseñar a utilizar estas dos piedras a las que denominaremos mo-li-no».
Trigo y cebada
Los arqueólogos han encontrado semillas de trigo y cebada que difieren de sus ancestros salvajes en lo que hoy es Siria, Jordania e Israel con una antigüedad de unos 10.000 años.
En ese momento los humanos domesticamos el trigo y la cebada que hasta entonces habían sido salvajes. Por tanto, estamos ante las primeras pruebas de que se estaba empezando a cultivar.
En un principio se pensó que tal avance podría haber sido resultado de dos factores: la respuesta al último cambio climático (estaban saliendo de la última glaciación) y la necesidad de dar alimento a una población creciente.
Pero no. Todos los estudios indican que si se empezó a domesticar determinadas plantas hace 10.000 años fue por cuestiones culturales más que por cuestiones biológicas, todavía había suficiente comida en estado salvaje como para ponerse a cultivar.
Entonces, ¿Qué empujó a aquellos hombres a empezar a cultivar? Sí, la respuesta suele tener espuma.
Germinar y fermentar
Según Katz y Voigt, autores de un excelente artículo sobre el tema de los años 80′, lo que hizo que los humanos decidieran invertir su energía en la plantación y recolección de trigo y cebada fue el descubrimiento de dos nuevas formas de procesar estos granos: la germinación y la fermentación.
Todos los hallazgos demuestran que no fue hasta miles de años más tarde cuando el hombre pasó a alimentarse mayormente de lo que cultivaba.
Estamos hablando de una época de transición que desemboca en el neolítico y que los científicos denominan como Epipaleolítico.
Algunos de los hallazgos más importantes se han encontrado en el yacimiento israelí de Wadi-en-Natuf y por ello también se habla de época natufiense, un período de transición al neolítico que se expresó en esa zona.
Estamos hablando del momento en el que el hombre empieza a experimentar con la domesticación de diferentes tipos de grano como la cebada o el trigo.
Y aunque no fue la actividad principal del hombre en esa época ni su fuente principal de alimentos, sí que marca un inicio de la agricultura.
Los esqueletos que se han analizado de esa época indican que la dieta de los natufienses contenía una parte muy pequeña de cereales, pero sí que se han rescatado granos de esa época de al menos ocho cereales que ya difieren de sus antepasados silvestres.
El hombre empezó entonces con su domesticación para, según sus autores, muy probablemente elaborar pan y cerveza.
Katz y Voigt dan cuenta de que los cazadores/recolectores complejos -comunidades que en ese momento estaban comenzando a asentarse- ya contaban con los conocimientos suficientes para cocinarlo, podían poner el grano directamente sin germinar o hacían una germinación previa que podía mejorar el gusto y facilitaba la molienda en el mortero.
A continuación, mezclaban el cereal molido con agua en una bolsa de piel o un contenedor de madera al que añadían piedras calientes del fuego para llevar la mezcla a ebullición. Entre hacer esto y elaborar cerveza, dista tan solo un paso.
Los investigadores sugieren que la mezcla se podría haber dejado por la noche a la intemperie para que fuese infectada por levaduras salvajes.
Además, aportan otro dato que suma a favor de la cerveza y en contra del pan es que casi no se encuentran granos quemados por el fuego entre los restos orgánicos que han llegado a nosotros desde esa época, y para hacer cerveza no hace falta tostar la malta.
Según estos dos investigadores, los que empezaron a fabricar cerveza, además de conseguir un buen tanto del alcohol, se encontraban mejor nutridos que aquellos que continuaban comiendo los cereales hervidos.
Los bebedores de cerveza, por tanto, tendrían ventajas en términos de salud para ellos y para su descendencia.
La cerveza lleva gran cantidad de vitaminas y minerales. Además, hay testimonios que ligan la cerveza con los rituales sagrados desde hace miles de años. No cultivar podía suponer quedarse sin reservas de ese líquido sagrado y nutritivo.
Las primeras fiestas de cerveza
Científicos de la Universidad Simon Fraser de Canadá publicaron un estudio que aporta nueva energía a la teoría de la cerveza como chispa de la civilización actual.
Su autor principal, Brian Hayden, también descarta el tema del cambio climático como uno de los motivos de la aparición de la agricultura:
Ha habido mucha, mucha crisis climáticas en los años anteriores de la historia humana, pero ninguno de ellos que dio lugar a la domesticación o el cultivo.
Hayden y sus colegas sugieren que es hora de tomar el vínculo causal de la cerveza con la agricultura mucho más en serio.
También hacen el caso de una relación simbiótica entre la elaboración de la cerveza y otra de las innovaciones que también atribuyen a los natufienses: los banquetes.
Los primeros restos de un banquete localizados por los investigadores donde se acumulan grandes restos de comida datan del final del Paleolítico, Epipaleolítico o Natufiense, como quieran ustedes llamarlo.
Los autores mantienen que estas dos actividades llevaron a la gente a formar las sociedades complejas tempranas, allanando el camino para la civilización que hasta el advenimiento de la revolución industrial iba a variar más bien poco.
Para dar un festín con cerveza (sin ella no había banquete) se necesitaba una cantidad importante de grano excedente.
Los orígenes de la agricultura
Esto solo fue posible cuando los natufienses establecieron asentamientos fijos y empezaron a producir más alimentos que sus predecesores.
En los yacimientos de la zona donde apareció la agricultura, datados en esa misma época, aparecen hoces, cestas, morteros, equipos de molienda y piedras de ebullición (además de utilizar los morteros, para hervir, se calentaban piedras que se iban introduciendo en recipientes de piel o madera).
La cerveza como un producto de lujo
Todavía hoy en día, cuando celebramos algo importante, nos esforzamos por adquirir alimentos y bebidas caras o que normalmente no se consumen.
Según este estudio, podríamos considerar a la cerveza como un “caviar”, unas langostas o un vino de 150 dólares de la época.
Conseguir cereales para elaborarla podía ser muy complicado debido a la dificultad para cultivarlo.
Pero al parecer no se ahorraban esfuerzos para ir donde fuera para conseguirlo, se han llegado a encontrar restos de cereales a más de 60 kilómetros de distancia de donde se habían obtenido.
En opinión de Hayden, el motivo original de los banquetes natufienses era más político que religioso.
Con ellos, individuos ambiciosos podían cultivar alianzas con potenciales socios, sellar acuerdos matrimoniales beneficiosos y elevarse su fama dentro de las comunidades que día a día iban creciendo en número.
Según Haydens todo esto representa el uso de los alimentos de una manera muy diferente de lo que había pasado antes y supone la creación de desigualdades sociales y económicas:
Es lo que hace que las sociedades se vayan sofisticando.