St. Joseph’s Abbey, ubicada a una hora al oeste de Boston en la ciudad de Spencer, Estados Unidos, anunció que cerrará la operación de Spencer Brewery, la única cervecería trapense reconocida ubicada en América.
La decisión de Spencer Brewery se basa en que su operación no ha logrado ser rentable con su oferta de cervezas de estilo belga, en un mercado en donde dominan las cervezas frutales y lupuladas de estilo IPA.
Fue en febrero pasado cuando la comunidad de St. Joseph, en donde conviven alrededor de 45 monjes, admitió la derrota y votó para cesar las operaciones.
Fue en ese momento que Isaac Keeley, director de la cervecería hasta ese minuto, tomó además la decisión de renunciar porque no podía soportar desmantelar lo que había construido durante tantos años.
Para cerrar las operaciones, el monasterio nombró como su reemplazo a William Dingwall, un monje de 61 años de Toronto.
Nos esforzamos mucho para lograrlo, pero desafortunadamente no funcionó. Pero no estamos derrotados por esto. Vamos a seguir orando y meditando.
El último barril ya ha sido elaborado y se espera que el equipo de elaboración ser subastado antes de finalizar junio, para que así el próximo otoño, el espacio esté listo para albergar un nuevo emprendimiento que permita generar ingresos para la mantención de la abadía y su apoyo a obras benéficas.
La abadía actualmente está arrendando terrenos para la instalación de paneles solares y está estudiando la posibilidad de construir cementerios naturales en donde los cuerpos se descompongan orgánicamente sin ataúdes de metal ni fluidos de embalsamamiento.
Además, esperan reabrir su casa de huéspedes, cerrada por el Covid-19, el próximo invierno.
La abadía de Spencer fue fundada en 1950 por una comunidad que originalmente huyó de Europa después de la Revolución Francesa y que encontró refugio primero en Canadá y luego en Rhode Island.
St. Joseph’s pertenece a la Orden de los Cistercienses de la Estricta Observancia, que fue fundada en La Trappe, Francia, en el siglo XVII.
En 2014, después de años de discernimiento y preparación, incluidos largos viajes de estudio a monasterios belgas, St. Joseph’s se decidió a abrir una cervecería porque sus otros negocios, como la fabricación de jaleas y vestimentas para una población en declive de sacerdotes católicos, se había visto estancada.
Nos vimos a nosotros mismos elaborando cerveza en la tradición católica. Bélgica tenía las marcas establecidas y ese era el modelo que estábamos siguiendo.
En Bélgica, los principales monasterios cerveceros siguen prosperando porque tienen cervecerías mucho más grandes, dirigidas por laicos y administradas como negocios modernos, con bares, restaurantes en el lugar.
En comparación, Spencer no logró alcanzar los 10.000 barriles por año que se había propuesto en un inicio.
Todo el mercado cambió con ellos e incluso las cervecerías europeas ahora están elaborando nuevos estilos de cerveza. Los monasterios belgas solo sobreviven como cervecerías porque tienen grandes operaciones de venta y son destinos turísticos.
Los monjes de St. Joseph nunca accedieron a la instalación de un bar o restaurante de degustación ya que la cervecería estba demasiado cerca de la iglesia para invitar a personas ajenas.
A pesar del cierre, la aventura cervecera de los hermanos ha sido, en muchos sentidos, una victoria espiritual que los confirma como hombres de oración, no de lucro.
Se negaron a realizar cambios que podrían haber comprometido su identidad y se negaron a seguir las últimas tendencias en cerveza. Trabajan para vivir, no viven para trabajar. Su razón de ser no ha cambiado.
Después de la desaparición de la operación en St. Joseph’s, solo quedarán 10 cervecerías trapenses; los cuatro anteriores, cinco en Bélgica y uno adicional en los Países Bajos.