La espuma de cerveza (corona o cabeza) es una esas cosas que tienen un nombre propio que la mayoría desconoce: “Giste”, palabra que proviene del alemán “Gischt”, que significa precisamente espuma.

Encaje belga
Encaje belga de cerveza

Una de las características más apreciadas del giste, es lo que en el mundo de la cerveza se conoce como “Encaje Belga” o “Encaje de Bruselas”.

Se trata de aquel patrón residual de espuma que se va formando en las paredes de la copa a medida que la cerveza se consume y que según la tradición, reflejaría el cuidado tomado en la elaboración de la cerveza, actuando tanto como un indicador de calidad de la bebida, como de limpieza de la copa en la que se sirve.

Origenes del encaje belga y sus tradiciones

Un encaje es un tejido ornamental y transparente formado por hilos de seda, algodón, lino o metal, torcidos o trenzados, tradicionalmente hechos a mano, que originalmente se solía elaborar “encajado” entre los bordes de dos tiras paralelas de lienzo.

Si bien existen diversas teorías sobre sus orígenes, desde los egipcios a los árabes, pasando por españoles, italianos y franceses, cada cultura ha aportado su habilidad a la hora de crear un tejido utilizado como adorno o en la aplicación sobre otras telas.

Bajo el reinado del emperador Carlos V incluso su enseñanza pasó a ser obligatoria en escuelas y conventos, formando parte de la educación establecida para todas las mujeres del país.

Pero particularmente en Bélgica, en el siglo XV, los encajes más conocidos eran los de Amberes, Flandes y en especial, el del punto de Bruselas, confeccionado en aguja e hilos de muy alta calidad.

Bruselas, Bélgica

Técnicas de encaje belga más famosas

Con el correr de los siglos, el encaje pasó a formar parte de la moda en cuellos y puños de la ropa de ambos sexos, con un comercio que alcanzó su peak en el siglo XVIII, con cientos de artesanas trabajando principalmente en Brujas y Bruselas, creando intrincados diseños elaborados a mano, a menudo utilizando más de 100 hilos por bobina.

Hoy en día, existen dos técnicas principales de tejido de encaje que se practican en Bélgica, cada una con su propio enfoque y características distintivas.

1. Método de Bruselas

La primera es el método de bobina, también conocido como el «Método de Bruselas», que se destaca por su intrincada labor manual.

Encaje de Bruselas

En este método, los hilos se enrollan en pequeñas bobinas y se entrelazan para crear patrones delicados y detallados, lo que permite una gran variedad de diseños.

Este enfoque es particularmente valorado por su precisión y la posibilidad de crear encajes tridimensionales.

Método de Brujas

Por otro lado, el «Método Brujas» utiliza un telar, lo que implica una técnica más mecánica en la producción de encaje.

Encaje de Brujas

Este método permite la producción en mayor escala y es conocido por sus diseños más amplios y elaborados.

Aunque la técnica de telar puede no ofrecer la misma flexibilidad en el diseño que el método de bobina, resulta en piezas de encaje robustas y de alta calidad que a menudo presentan patrones geométricos.

Ambas técnicas son fundamentales en la rica tradición del encaje belga y representan la maestría artesanal de la región.

Actualmente y a lo largo de toda Bélgica todavía se pueden encontrar pequeñas tiendas manejadas, en general, por mujeres de entre 50 a 90 años (unas 1.000 en todo el país) que continúan tejiendo encajes con los métodos originales, conservando una tradición centenaria, sin utilizar ningún artefacto con motor u otro tipo de tecnología.

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