Por Revista GQ
New England IPA (NEIPA) es un recientemente desarrollado estilo de cerveza que a su vez está basado en el estilo India Pale Ale (IPA) originado en la Inglaterra del siglo XVIII.
En aquella época, los cerveceros británicos buscaban métodos de conservación para que la bebida no perdiera su sabor y propiedades durante los largos viajes por el océano, especialmente aquellos cuyo destino final eran las Indias Orientales (de ahí el nombre).
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Más alcohol y más lúpulo
Sin posibilidad de refrigerarla o pasteurizarla, la solución a la que llegaron fue incrementar la concentración de alcohol y lúpulo, lo que tenía un efecto conservante doble.
Por un lado dificultaba la proliferación de microbios y por otro evitaba que crecieran las bacterias que acaban agriando la cerveza.
Se cree que fue a George Hodgson, de la cervecera londinense Bow Brewery, al que se le ocurrió tomar como base la Pale Ale, una cerveza de fermentación alta y de color más claro que las Brown Ale que se solían consumir en los pubs de entonces y que era más difícil que se estropeara en ambientes poco propicios.
La idea enseguida tuvo éxito y múltiples cervecerías británicas copiaron el estilo (más tarde lo hicieron también las norteamericanas), lo que llevó a que la bebida se popularizara en otros continentes como el asiático, ya que por fin llegaba en condiciones aptas para el consumo.
Llega la refrigeración
Con la llegada de la refrigeración en el siglo XX, este tipo de elaboración perdió algo su razón de ser y las cervezas clásicas populares ya se volvieron exportables, por lo que cayó en desuso.
El nuevo milenio trajo sin embargo una nueva manera de entender esta bebida ancestral, especialmente en Estados Unidos, donde nació y se extendió la cultura de Craft Beer y la búsqueda de sabores intensos que desafiaran los estándares de la marcas de siempre.
Y en la Costa Oeste encontraron un filón cuando decidieron resucitar las IPA, añadiendo una aún mayor concentración de lúpulo que en la receta original inglesa, lo que otorga aromas complejos y un fuerte amargor que se vuelve realmente adictivo una vez te haces a él.
Por ello, hoy en día un altísimo porcentaje de las cervezas artesanales que se producen son IPA, en parte por las preferencias del público y también, hay que decirlo, porque utilizar un gran cantidad de lúpulo ayuda a elaborar más fácilmente una cerveza, ya que la intensidad ayuda a “esconder” posibles fallos que se cometan en la fermentación o en la cocción.
Nace el estilo New England IPA
Buscando nuevos matices, los maestros cerveceros de la Costa Este estadounidense se han propuesto en los últimos años “domar” la IPA para conseguir creaciones más equilibradas que además seduzcan a aquellos que nunca han encontrado placer en el fuerte amargor por el que se apuesta en la otra punta del país.
El resultado son las New England Pale Ale o New England IPA (NEIPA), cervezas en las que el regusto amargo se modera para dejar paso a notas de cítricos y frutas tropicales.
Esto se consigue mediante un proceso de elaboración que consiste en apenas añadir lúpulo durante la cocción y reservarlo en su lugar para después de la fermentación, utilizando la técnica conocida como dry hopping.
Las variedades de lúpulo que se utilizan luego, en lugar de ser las clásicas, suelen ser las que desprenden mayores aromas y sabores frutales y cítricos.
También se añade avena y trigo, luego el líquido no se filtra y la levadura permanece en suspensión, con lo que la cerveza resultante tiende a ser más turbia de lo habitual, lo que se ha convertido en seña de identidad de las New England IPA.
Su sabor sigue teniendo carácter, pero es más dulce, más jugoso, con menos graduación alcohólica y con una textura es más sedosa, por lo que también se las conoce como zumos de IPA.
La Nueva IPA
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