Por Héctor Barnés

Si consulta una guía de Londres, muy probablemente se tope con una referencia a la Crown Tavern, en Clerkenwell Green. A simple vista, parece otro más de los cientos de pubs que anegan la capital londinense.

Lenin, Stalin y Trotski
Lenin, Stalin y Trotski

Sin embargo, ha pasado a la historia por –en teoría– haber sido el lugar donde se conocieron Vladimir Lenin y Josef Stalin, los dos hombres que marcarían el devenir de Rusia (y el resto del mundo) durante el siglo XX.

El pub Crown and Anchor, como se conocía en 1905, estaba a muy cerca de la residencia de Lenin.

Primer Congreso Bolchevique

La página apropiadamente llamada «Guirilandia» señala:

El pub fue el lugar de encuentro del Primer Congreso Bolchevique celebrado en Londres y Lenin estuvo allí en numerosas ocasiones, junto con otros delegados.

Otra cosa es que los historiadores duden seriamente de que Stalin estuviese en Londres en ese momento, pero el turismo londinense ha preferido publicar la leyenda.

Eso no significa que Stalin nunca se bebiese una pinta con Lenin en sus mesas, tan solo que no se encontraron allí por primera vez.

Muy probablemente se dieron la mano por primera vez unos meses más tarde, en el Congreso Bolchevique de Finlandia celebrado entre diciembre de 1905 y enero de 1906, como explica Sarah J. Young en un muy documentado artículo.

De lo que no cabe duda es que Londres, durante la primera década del siglo XX, fue el lugar donde se fraguó la revolución rusa de 1917 y donde los bolcheviques ganarían la partida a los mencheviques.

Allí se celebraron los congresos del POSDR (Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia) y por sus calles transitarían Stalin, Trotski y sobre todo, Lenin, que según cuenta la historia, miraba a un lado y a otro mientras musitaba entre sus dientes «¡dos naciones!», en referencia al clasismo de la sociedad inglesa.

Entre copas Lenin escribe «El Capital»

Si las fábricas de Manchester fueron decisivas en la obra de Marx y Engels, las millones de páginas recogidas en las bibliotecas inglesas hicieron lo propio en la de Lenin.

Este era un asiduo visitante a la biblioteca del British Museum –aunque no mostró un gran interés por el museo en sí–, donde pasaba sus mañanas debido al trabajo como traductor que desempeñó desde su llegada en abril de 1902 junto a Nadia Krúpskaya, con la revista ‘Iskra’ en mente. Era también un voraz y veloz lector.

Como señala en un artículo de BBC la historiadora Helen Rappaport, autora de «Las hermanas Romanov»:

Es bastante irónico que un país capitalista como Gran Bretaña proporcionase a Lenin acceso a libros, libertad de acción y ayuda financiera y que precisamente en Londres escribiese sus libros sobre destruir el capitalismo mundial.

La relación de Stalin con Londres fue mucho más débil, aunque sí se sabe que pernoctó en la Tower House de Fieldgate Street mientras participaba en el V Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata, el último que contó con bolcheviques y mencheviques.

Unas voces aseguran que Stalin jugó un papel muy activo en el macrocongreso que otorgó el poder a los bolcheviques, Lenin a la cabeza; otros aseguran que, por el contrario, el futuro líder de la URSS no tenía ni voz ni voto.

Para entonces, Lenin ya llevaba unos cuantos congresos a sus espaldas durante su residencia en Londres.

Es el caso del segundo, que tuvo lugar en agosto de 1903, y en el que comenzó la ruptura entre los mencheviques y los bolcheviques.

Este concluyó con una obligada visita cultural cuando terminó la última de las sesiones, en 24 de agosto, Lenin y sus bolcheviques presentaron sus respetos a la tumba de Karl Marx en el Cementerio de Highgate. Este había escrito «El Capital» en Londres.

La llegada de la «Pluma»

Hay otra leyenda que circula por los pubs ingleses, tan solo que esta tiene una base mucho más sólida, se trata de cómo Lenin y Trotski se conocieron, después de que el segundo quedase prendado por «¿Qué hacer?» en el verano de 1902.

Su viaje concluiría en Londres en octubre de ese mismo año, donde Vladimir Ilich Uliánov le esperaba, como cuenta un artículo de «The Independent». Lenin tenía 32 años y le sacaba 10 a su futuro socio.

“Trotski llegó al amanecer sin un duro”, explica el reportaje, junto a su esposa y dos hijos, cogió un taxi y llegó hasta la puerta de Lenin y Krupskaya y llamó tres veces.

La mujer abrió la puerta y debió quedarse sorprendida del tipo de peculiar apariencia que no hablaba ni una palabra de inglés y que le pedía encarecidamente que pagase lo suyo al taxista.

Lenin estaba despierto –sufría un grave insomnio que le llevaba a pasar la noche entre libros– y vio por primera vez con sus propios ojos a Trotski, a quien su mujer anunció de la siguiente manera:

Vladimir Ilich, la Pluma ha llegado.

Vestigios del comunismo histórico

Son vestigios de otra era que aún perviven en forma de guía turística –el comunismo histórico es siempre un buen reclamo– y en unos cuantos de miles de pintas dispensadas en pubs de la gran urbe capitalista del siglo XIX.

Tristemente (habría sido una bella paradoja), no prosperó un proyecto que hoy en día parecería una locura, construir una Plaza Lenin (Lenin Court) en mitad de Londres, exactamente en el lugar de Holford Square donde el ruso residió durante la primera de sus seis visitas a la ciudad.

El Capital, obra completa

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