Aunque el vino sea el más reconocido para maridar cualquier plato de pasta, la realidad es que la cerveza es capaz de lograr combinaciones inspiradoras.
Gracias a su amplia variedad, la cerveza es capaz de conseguir tanto rebajar como potenciar los sabores que la salsa otorga a nuestro plato de pasta.
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Un plato muy bien acompañado
Aunque, para muchos, las únicas opciones posibles sean el vino, el lambrusco o incluso el cava y el champán, la verdad es que también la cerveza marida perfectamente con la pasta.
La cuestión es, no obstante, que para acompañar nuestros mejores platos de cocina italiana no sirve cualquier cerveza. Ya que tener en cuenta los condimentos de nuestro plato determina principalmente la cerveza que mejor se adapta.
Así, mientras un plato de pasta con tan sólo aceite y una pizca de especias agradece una Lager, las recetas de fuerte sabor a verdura u hongos piden una buena Ale. Del mismo modo, el tipo de pasta que cocinaremos es también fundamental.
Por fortuna, con empresas como Pastas Gallo, elaborando pasta de calidad desde los años 40′, la amplia variedad admite más combinaciones entre pastas y cervezas de todo tipo.
¿Por qué la pasta y la cerveza maridan tan bien?
En esencia, el arte del maridaje consiste en encontrar aquella bebida cuyos aroma y sabor equilibren, pero no sobrepasen, los de la comida a acompañar.
En ese sentido, el vino suele ser un buen acierto, ya que su contexto se asigna a ocasiones especiales, pero no consigue amoldarse a cualquier escenario contextual como sí puede hacerlo la cerveza. Ideal para ocasiones tanto extraordinarias como cotidianas o habituales.
En el caso de este plato, precisamente, el vínculo con la cerveza radica en el alma de la pasta: la salsa.
Responsable principal de los viajes gustativos y aromáticos a los que nos transporta. Y razón por la que, para hallar la cerveza que mejor lo acompañe, es imprescindible centrar nuestra atención en los ingredientes de esa salsa. Donde nos percataremos de las características que requiere su relación con la cerveza.
Es decir, detectar si necesitaremos una cerveza que arrastre y suavice el sabor del plato, reduciendo la potencia de los lácteos como el queso, o si la mejor opción es la de una cerveza que lo refuerce y acrezca, avivando el regusto de ingredientes como la trufa.
Aunque, además, el tipo de pasta que escogemos también juega su papel en todo ello. Ofreciendo tanto textura en su forma como sabor en su composición y efecto.
Cervezas negras o bock: Firmeza y seriedad
Dada la fuerza de las cervezas bock o negras, su sitio en la gastronomía a menudo casa bien con sabores amargos y picantes, pero también dulzainos.
Pero, al fin y al cabo, la mejor combinación depende de cada uno; más aún cuando la negra nos permite tanta versatilidad. Ajustándose a la perfección en platos de pasta con queso fuerte, carne roja o incluso en tinta de calamar. Aunque cervezas más suaves también acierten.
En caso de no poder reconocer con qué plato de pasta maridarla, cabe recordar que el cuerpo de la cerveza negra es de gran relevancia.
En ese sentido, escoger una Stout o una Kaiserdom negras ayuda, además de a compensar el sabor más suave de, por ejemplo, unos espaguetis a la carbonara, a dar mayor carácter a nuestro plato. Sobre todo, reforzando el sabor de la salsa si incluimos pimienta negra como condimento.
Cervezas Ale y Lager: Para otorgar frescura o rebajar el sabor
Por el contrario, algunas cervezas ejercen la medida justa del maridaje con total aptitud. Es el caso de las cervezas de cuerpo más ligero, como la Lager o la Ale, cuyo peso nos permiten acompañar platos de pasta más pesados o intensos.
Tanto si se trata de la pasta hecha a partir de legumbres, variantes como los ñoqui o salsas picantes como la arrabiata, rebajando la potencia del epicentro de su sabor: la guindilla y el perejil.
No obstante, si queremos ir un poco más allá, pero sin necesidad de llegar a la cerveza negra, cervezas Strong Ale como las de origen belga, de mayor cuerpo y más grados de alcohol, son también útiles para pastas con bechamel o con productos derivados lácteos.
Y, por otra parte, las Lager sin demasiada presencia de lúpulo son una elección indispensable para la pasta que acompañamos con productos de mar.
Cervezas ámbar: Ideal para los clásicos
Finalmente, si planeamos recrear un plato tradicional y básico, como la pasta a la boloñesa y otros platos donde la acidez del tomate ejerce de elemento principal, las cervezas ámbar son lo más idóneo.
Aunque su uso en platos de pasta condimentada con muchos ingredientes es también interesante. Ya que los realzará para que ganen mayor presencia en nuestro paladar sin comprometer las notas de nuestra ámbar.