Escritora, científica, compositora, médica, entre otras cosas, Hildegarda de Bingen (1098-1179) fue una brillante mujer alemana quien por primera vez documentó las cualidades del lúpulo como ingrediente de la cerveza en su libro «Physica sive Subtilitatu«.

Hildegard de Bingen
Hildegarda de Bingen

De origen noble, Hildegarda era la menor de diez hermanos y siempre tuvo una salud enfermiza, razón por la cual su familia decidió ingresarla para su cuidado en la abadía benedictina de Disibodenberg a la edad de catorce años.

Para ese tiempo, su educación fue encomendada a la abadesa Jutta Spanheim, quien la formó inicialmente en materias como el latín, griego, música, botánica y teología.

En 1116, cuando ya había cumplido los dieciocho años Hildegarda decide tomar los hábitos en la orden benedictina que la había acogido por cuatro años y tras 20 años en el convento, luego de la muerte de su tutora y abadesa del convento, es nombrada abadesa con 38 años.

A partir de ese periodo Hildegarda de Bingen inició una gran actividad intelectual, llegando a publicar hasta nueve tomos en diferentes temáticas del conocimiento: mística, teología, medicina, botánica, música.

Llegó a ser conocida también como la «sibila del Rin» y la «profetisa teutónica», Hildegarda de Bingen estaba dotada de una inteligencia y una cultura fuera de lo común que la llevaron a ser considerada una de las personalidades más influyentes, polifacéticas y fascinantes de la Edad Media y de la historia de Occidente.

Hildegard de Bingen y el lúpulo en la cerveza

Un siglo antes del nacimiento, muchos monjes y religiosas eran ya expertos fabricantes de cerveza, la cual consumían a menudo durante los tiempos de ayuno.

Sus cualidades nutritivas la convertían en un especie de  “pan líquido” que a lo largo de los siglos había ganado impulso gracias a su elaboración y consumo en monasterios, convirtiéndose en una bebida muy popular.

Hierbas del Gruit
Hierbas del Gruit

Pero en aquella época, la cerveza no utilizaba lúpulo en su elaboración, sino una mezcla especial de hierbas aromáticas llamada Gruit.

De acuerdo al historiador de la cerveza Richard Unger, si bien existe evidencia del uso del lúpulo en la cerveza en el norte de Alemania ya en el siglo VI, no fue hasta alrededor de 1150 que Hildegarda de Bigen documenta su uso por primera vez, describiendo las dos principales cualidades del lúpulo.

La planta del lúpulo es cálida y seca, tiene una humedad moderada y no es muy útil para beneficiar al hombre, porque hace crecer su melancolía, entristece el alma y hace pesar sus órganos internos. Pero, sin embargo, por su propia amargura, evita algunas putrefacciones de las bebidas, a las que se puede agregar, para que duren mucho más.

Luego de esto, tuvieron que pasar más de tres siglos para que los cerveceros comenzaran a utilizar masivamente lúpulo en el sur de Alemania, en el siglo XV.

A medida que el proceso de elaborar cerveza escalaba y la necesidad de transportarla para su consumo en lugares más alejados, surgió una mayor necesidad de conservarlas y es precisamente aquí cuando la visión de Hildegarda se convierte en realidad, tanto así que fue incluido como uno de los tres ingredientes permitidos para elaborar cerveza en la Ley de Pureza de Baviera de 1516 o Reinheitsgebot.

Por aquel entonces aún nadie había develado el papel de la levadura, condición que se mantuvo hasta los estudios de Louis Pasteur y Emil Christian Hansen, ya que se creía literalmente que la fermentación era un acto de Dios.

Referencias de Hildegarda al consumo de cerveza

En otra de sus obras científicas, «Curae et Causae. Liber Compositae Medicinae«, Hildegarda de Bingen ha menudo también se refería a los beneficios de consumir cerveza, aunque también de los peligros que conlleva el abuso en su ingesta.

Ya esté sano o enfermo, si tiene sed después de dormir, beba vino o cerveza y no agua, porque el agua dañaría su sangre y sus humores más que favorecerlos.

Pensemos que en aquella época, el agua podía ser un líquido letal porque a menudo se recogía en condiciones insalubres y transmitía muchas enfermedades.

Agua en la edad media
Agua en la Edad Media

Por eso, las bebidas elaboradas con sustancias que eliminaban el riesgo de infecciones por sus procesos e ingredientes se consideraban más saludables, tal y como explica la propia Hildegarda.

Que nadie beba mucho en invierno porque el aire humedece los humores y porque si bebiera mucho los humores que tiene se desatarían y le producirían enfermedades. Beba vino y cerveza y evite el agua, si puede, ya que en ese momento las aguas no son saludables a causa de la humedad de la tierra.

Parálisis, fiebre, epilepsia eran algunas de las enfermedades que se podían paliar, a juicio de Hildegarda, tomando un poco de cerveza. Siempre con moderación, pues como ella misma advertía:

Cuando uno bebe más de lo debido y sin moderación, sea vino u otro licor que pueda emborracharle, toda su sangre se diluye y se mueve desordenadamente y se difunde por sus venas de modo que sus entendederas y sus sentidos también se confunden igual que los ríos que se desbordan cuando hay fuertes precipitaciones de lluvia y provocan abruptamente inundaciones.

Vida y obra de Hildegarda de Bingen

Además de dirigir el monasterio, escribir composiciones musicales, poemas y obras de teatro, así como textos teológicos, libros de medicina y ensayos científicos, Hildegarda también fundó dos monasterios y viajó extensamente por Alemania en numerosas giras de conferencias. Vivió hasta los 81 años y prácticamente nunca dejó de trabajar.

Santa Hildegarda de Bingen
Santa Hildegarda de Bingen

Sorprendentemente, gran parte de su trabajo se ha conservado hasta el día de hoy, lo que para una mujer en la Edad Media altamente patriarcal, eso es sin duda único y maravilloso.

Hildegarda era una mujer que escribía en el siglo XII y eso no es lo más común, era alguien a quien los hombres escuchaban y tenía una autoridad significativa, principalmentedentro de la iglesia.

Fue filósofa y científica, además de una visionaria cristiana. Su obra más conocida, las «Scivias«, detalla sus muchas visiones sobre Dios que la convirtieron en una especie de celebridad en su época.

Santa Hildegarda de Bingen

Hildegarda solía referirse a ella misma como una persona que no era educada y que todo lo que sabía venía de sus visiones otorgadas por Dios.

Una de sus habilidades milagrosas mejor conocidas era curar a la gente con el agua del Rin, utilizando sus plantas y piedras.

Ella creía que todo lo que había en el mundo estaba ahí a disposición del ser humano para ser utilizado y sólo debíamos aprender cómo hacerlo.

Diversas ramas de la Iglesia Católica han reconocido a Hildegarda de Bingen como santa durante casi siete siglos, pero no fue hasta el 7 de octubre de 2012, durante la misa de apertura de la XIII Asamblea general ordinaria del sínodo de los obispos, el papa Benedicto XVI le otorgó el título de doctora de la Iglesia junto a San Juan de Ávila.

Santa Hildegarda de Bingen también es venerada por algunas de las Iglesias que conforman la Comunión Anglicana, entre ellas la Iglesia de Inglaterra y la Iglesia Episcopal Escocesa.

Hoy en día se la reconoce como santa patrona de la ecología, la medicina, la música, el arte y hasta de la cerveza, siendo celebrada tanto en la Iglesia Católica como en la Comunión Anglicana el día 17 de septiembre de cada año.

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