Los Misterios de Eleusis siguen aún hoy constituyendo un tema basado en fuentes de información fragmentarias, dando pie a una gran controversia entre historiadores que trabajan basándose en complejas suposiciones mientras intentan desentrañar el misterio de esta antigua tradición.
Los detalles completos en torno a los actos y rituales que tenían lugar durante la celebración de los misterios estaban marcados por el juramento de mantener el secreto por parte del iniciado, razón por la cual han escapado a nuestro conocimiento.
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¿Qué sabemos de los misterios de Eleusis?
Aunque los modernos historiadores aún discuten los diferentes aspectos relacionados con estos rituales místicos, algunas ideas generales son comúnmente aceptadas, habiendo llegado hasta nosotros gracias a testimonios escritos de los propios iniciados.
En la antigua Grecia, la ciudad de Eleusis, situada al oeste de Atenas, se convirtió en el centro religioso más importante del mundo pagano de su tiempo.
Según la antigua creencia y como se narra en el himno homérico, Deméter, diosa de la agricultura, se detuvo en Eleusis para descansar cuando viajaba en busca de su hija Perséfone, raptada por Hades.
Allí, Deméter ordenó que se construyeran un templo y un altar en su honor. Tras la alegría del reencuentro de la diosa con la perdida Perséfone, Deméter dio instrucciones a las autoridades de Eleusis acerca de cómo llevar a cabo sus ritos.
El culto de Eleusis, por tanto, habría sido enseñado directamente por la propia diosa Deméter.
Fases del ritual y el uso del «Kykeon»
Sabemos que se desarrollaban diferentes niveles de iniciación y que existían tres categorías diferentes de conocimiento: Drómena (lo que se representaba), Deiknúmena (lo que se mostraba) y Logómena (lo que se explicaba).
Los Misterios de Eleusis se dividían en dos partes que tenían lugar en diferentes épocas del año: los “Misterios Menores”, una iniciación preliminar que implicaba una purificación y que se celebraba en Agrae (un suburbio de Atenas) durante la primavera y los “Misterios Mayores” en Eleusis, que tendrían lugar en Otoño a finales de septiembre, para aquellos ya purificados en los ritos de primavera.
Los participantes pasarían cierto número de días en Atenas preparándose para esta segunda parte del culto.
Debemos señalar que la duración y la frecuencia de estas celebraciones continúan siendo a día de hoy objeto de encendidos debates entre algunos historiadores.
Una parte esencial de los ritos de Eleusis era el consumo de una bebida llamada «Kykeon», una infusión elaborada a partir de agua, cebada y menta sacramentales.
Se ha sugerido que el «Kykeon» podría haber contenido en su composición el hongo cornezuelo (Claviceps purpurea), mezclado posiblemente con otros alucinógenos que de este modo habrían producido una intensa experiencia psicodélica colectiva en los iniciados, ayudándoles en su transformación.
Tras beber el «Kykeon», los iniciados entraban en el Telesterion, un espacio que se asemejaba a un teatro subterráneo, en el que tenía lugar la fase secreta del ritual.
Los historiadores creen que esta parte del rito constituía una representación simbólica de la muerte y posterior renacimiento de Perséfone.
Posibles significados de las festividades
Se cree que el significado de estas festividades orbitaria en torno a la representación simbólica de la búsqueda de Perséfone por parte de su madre, Deméter.
Una teoría bastante aceptada es que Deméter y Perséfone simbolizan la vida, la muerte e incluso la inmortalidad; que estos símbolos daban al iniciado confianza para afrontar la muerte y la promesa de la dicha en los oscuros dominios de Hades.
Fuera lo que fuera que ocurría en el Telesterion, los que entraban en él salían a la mañana siguiente radicalmente transformados.
Según los estudios realizados por George Mylonas, la creciente popularidad de este culto condujo a la expansión del templo original de Deméter en Eleusis.
En aquellos días de la antigüedad, explica Mylonas:
Gente de todos los rincones del mundo civilizado, hombres, mujeres y niños, —hombres y mujeres libres y no manchados por el crimen— incluso esclavos, aspiraban a ser iniciados en sus misterios y acudían todos los años masivamente al santuario de Eleusis. No solo sencillos campesinos, sino incluso líderes políticos e intelectuales estaban ansiosos de tomar parte en los ritos.
Pero para poder participar en los Misterios Mayores, los iniciados estaban obligados a pasar primero por la fase preliminar del ritual, la purificación prescrita por Deméter.
Un famoso pasaje de Aristóteles en relación con los iniciados de los Misterios señala que aquellos individuos quedaban dignificados no tanto porque aprendieran algo nuevo (mathein) sino porque sufrían o experimentaban (pathein) algo relacionado con el proceso de transformación, como bien explica Nancy A. Evans.
El factor determinante principal para la participación en esta poderosa experiencia era el acceso a los recursos, ya que estaba abierto a todo aquel que se encontrara libre de crímenes.
Todo iniciado debía comprar cochinillos y pagar 15 dracmas al sacerdote para costear los gastos de los grandes sacrificios cívicos en los primeros y últimos días del festival.
El sexo, la edad, el origen étnico y la posición social —ciudadano, meteco o esclavo— desempeñaban en Eleusis un papel diferente al de prácticamente cualquier otro tipo de experiencia de los cultos panhelénicos.
Distinguidos iniciados en Eleusis
Platón, iniciado en los misterios de Eleusis, habla de ellos en su diálogo «Fedón» acerca de la inmortalidad del alma, asegurando:
Nuestros misterios tenían un significado muy real: aquél que fuese purificado e iniciado viviría junto a los dioses.
Joshua J. Mark apunta que Plutarco, también un iniciado, escribía al respecto:
A causa de estas devotas y sagradas promesas dadas en los misterios nos adherimos firmemente a la verdad incuestionable de que nuestra alma es incorruptible e inmortal. Cuando un hombre muere es como aquellos que han sido iniciados en los misterios. Toda nuestra vida es una travesía por caminos tortuosos sin salida.
Continúa Plutarco:
En el momento de abandonarla (la vida) nos asaltan el terror, el estupor, miedos estremecedores. Es entonces cuando una luz sale a nuestro encuentro, prados puros que nos reciben, canciones, danzas y santas apariciones.
Cicerón elogiaba los misterios escribiendo:
Nada es más elevado que estos misterios […] no solo nos han mostrado cómo vivir con alegría, sino que nos han enseñado además cómo morir con esperanza.
En palabras de Waverly Fitzgerald:
Se decía de aquellos que eran iniciados en Eleusis que no volvían a temer a la muerte, y parece que este mito confirmaba la visión cíclica de la vida que constituye el centro de la espiritualidad pagana: la muerte como parte del ciclo de la vida, y siempre seguida por un renacimiento.
El fin de los Misterios de Eleusis
Durante los siglos V a. C. y IV a. C., los Misterios de Eleusis alcanzaron rápidamente la categoría de culto mistérico más importante y con mayor afluencia de devotos del mundo de habla griega, una posición que mantuvo a lo largo de toda la antigüedad hasta que el emperador Teodosio decretó edictos contra los cultos mistéricos a finales del siglo IV d. C.
Los historiadores saben positivamente que aquellos que participaban en los Misterios cambiaban para siempre de una forma positiva y que dejaban de temer a la muerte.
Los iniciados regresaban de su peregrinación a Eleusis alegres y felices, llenos de esperanza en una vida mejor en el mundo de las sombras, pero como bien apunta Mylonas:
El mundo antiguo ha guardado muy bien su secreto y los Misterios de Eleusis siguen sin ser desvelados.
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