La Ley Seca o «Prohibición», también conocida como Ley Volstead (por uno de sus mayores impulsores, el senador Andrew Volstead), es un periodo comprendido entre 1920 y 1933 en que a través de la Enmienda XVIII de la Constitución de Estados Unidos, se prohibía la venta, transporte y fabricación de bebidas alcohólicas para su consumo en Estados Unidos.
Comenzó a regir el 16 de enero de 1920 y fue derogada el 5 de diciembre de 1933 por el entonces presidente Franklin Delano Roosevelt, ratificada más tarde por la Enmienda XXI a la Constitución.
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Los orígenes de la Ley Seca
Desde el siglo XIX había existido en Estados Unidos un Movimiento por la Templanza (o Temperancia), entendida primero como la moderación en el comer y en el beber, luego como prohibición total de consumir alcohol y finalmente como una condena de todo lo relacionado con el alcohol, especialmente la industria que lo producía y lo vendía.
La Guerra de Secesión había impedido el desarrollo de mayores campañas para impedir el libre consumo de alcohol, pero la expansión hacia el oeste había causado que gran parte del territorio recién anexado a los EE. UU. se desarrollase libre de las influencias más conservadoras de Nueva Inglaterra.
No obstante, hacia 1890 la «frontera del Oeste» ya había desaparecido y la propaganda del Movimiento por la Templanza liderada por la activista puritana Carry Nation, adquiría relevancia nacional.
A esta corriente se unieron diversos intelectuales progresistas y liberales, así como líderes sindicales de izquierda, que condenaban el consumo de alcohol como elemento provocador de atraso y pobreza entre las masas de obreros que empezaban a llenar las ciudades de EE. UU.
Estos grupos apoyaron la labor de los predicadores religiosos en el medio político, reclamando normas que redujeran el consumo de alcohol.
Fue en 1917 que el congreso aprobó la Enmienda XVIII a la Constitución de Estados Unidos que prohibía la venta, importación, exportación, fabricación y transporte de bebidas alcohólicas en todo el territorio de Estados Unidos.
La también denominada «Ley Volstead», en honor a uno de sus mayores impulsores, el senador Andrew Volstead, fue aprobada en octubre de 1917, pero no fue hasta el 17 de enero de 1920 que la Ley Seca o «Prohibición» comenzó a regir.
El senador Volstead declaraba esa noche:
Hoy, un minuto después de las medianoche, nacerá una nueva nación. El demonio de la bebida hace testamento. Se inicia una era de ideas claras y limpios modales. Los barrios bajos serán pronto cosa del pasado. Las cárceles y correccionales quedarán vacíos; los transformaremos en graneros y fábricas. Todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños. Se cerraron para siempre las puertas del infierno.
Consecuencias de la Ley Seca
La persistencia de la demanda por bebidas alcohólicas estimuló la fabricación artesanal y venta de licores, que se convirtió en una importante industria clandestina.
La ilegalidad de esta práctica causó que el alcohol así producido adquiriese precios elevadísimos en el mercado negro, atrayendo a importantes bandas de delincuentes.
Un buen ejemplo de esto fueron Al Capone y otros jefes de la Mafia estadounidense que ganaron millones de dólares mediante el tráfico y la venta clandestina, expandiendo sus actividades criminales a casi todo el país e involucrando la corrupción de numerosísimos funcionarios y policías encargados de hacer cumplir la Ley Seca.
Excepciones de la ley
La Ley Seca debió considerar excepciones en el caso de los médicos, que recetaban la ingesta de alcohol como tratamiento terapéutico en situaciones muy específicas o el uso religioso de vino para el rito cristiano de la eucaristía y los rituales judíos del Sabbat.
No obstante, estas situaciones eran demasiado excepcionales para servir como excusa a la mayoría de los consumidores de alcohol, por lo cual diversos comerciantes ilegales adulteraban el alcohol previamente destinado para usos industriales, con el fin de transformarlo en bebida.
Cambios en la opinión publica
Durante la década de 1920 la opinión pública dio un giro y la gente se dio cuenta que había sido peor el remedio que la enfermedad.
El consumo de alcohol no sólo subsistió, sino que ahora continuaba de forma clandestina bajo el control de feroces mafias.
En vez de resolver problemas sociales tales como la delincuencia, la Ley Seca había llevado el crimen organizado a sus niveles más elevados de actividad como nunca antes se había percibido en los EE. UU.
En 1932 el Partido Demócrata incluyó en su plataforma la intención de derogar la Ley Seca y Franklin Roosevelt dijo que, de ser elegido presidente, las derogaría.
El fin de la Ley Seca
El 21 de marzo de 1933 Roosevelt ya convertido en presidente cumplió su palabra y firmó el Acta Cullen-Harrison que legalizaba la venta de cerveza que tuviera hasta 3,2% ABV de alcohol y la venta de vino, aplicable a partir del 7 de abril de ese mismo año, derogando la ley Volstead.
Meses después diversas convenciones estatales ratificaron la Enmienda XXI a la Constitución de Estados Unidos, que derogaba la Enmienda XVIII. La nueva enmienda fue ratificada el 5 de diciembre de 1933 por el Senado de EE.UU.
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