Cada año se producen más de 400 millones de toneladas de plástico en el mundo, ocasionando enormes impactos en los ecosistemas terrestres.
Se estima que a 2050 se cuadruplicará el envío de este material al océano, con lo cual podría haber más residuos que peces en el mar, según las proyecciones de Naciones Unidas.
Una innovación de la compañía Indura, parte del Grupo Air Products, aspira a contribuir a que la industria de los bebestibles disminuya el uso de plásticos en la elaboración de botellas PET.
A través de la presurización de las mismas con nitrógeno líquido, es posible desarrollar recipientes más ligeros y con sus mismas propiedades de resistencia y manipulación.
Andrea López, ingeniera de desarrollo de negocios para los mercados vitivinícola y alimentos de Indura explica
Uno de los desafíos más importantes que enfrenta la industria del embotellado, de la mano de la producción de jugos, bebidas y aguas, es la necesidad de contribuir al cuidado del medio ambiente a través de un envasado más sustentable y que genere una menor cantidad de residuos o material reciclable.
La técnica se basa en la rápida gasificación y capacidad expansiva del nitrógeno: basta con la inyección de solo una gota de nitrógeno al interior del envase para su presurización, otorgando una rigidez cómoda para su manipulación y almacenamiento, así como también para su “paletizado” y transporte posterior. Incluso si este fue diseñado con un espesor menor para minimizar el uso de plásticos.
El gas es suministrado desde un tanque o equipo de almacenamiento criogénico (a -196 °C) y transportado mediante una línea de alto vacío a un equipo dosificador que, configurado a determinada velocidad y duración de inyección más el apoyo de un sensor de detección de botellas, permitirá agregar de manera controlada la cantidad de nitrógeno deseada, detalla la especialista.
El diferencial de temperaturas entre el nitrógeno líquido almacenado a -196°C, el ambiente y la temperatura del líquido al interior de la botella, ocasionará un rápido cambio de fase del nitrógeno, generando un volumen de gas 700 veces mayor al tamaño de la gota inyectada, que, al tener una presión positiva, le proporcionará al envase cerrado una mayor resistencia a la deformación.
Además de contribuir a un ahorro de costos de material y distribución, la técnica también se aplica a envasado de salsas, yogurt, café granulado, snacks, latas y muchos otros. Y en general, cualquier producto que requiera incrementar la presión interna de su recipiente de almacenamiento.
Según Naciones Unidas, entre 19 y 23 millones de desechos plásticos terminan en lagos, ríos y playas.
En Chile, de las 990 mil toneladas de plástico generadas al año, solo se reciclan 83.679 toneladas (8,5%). Un 17% del plástico reciclado es de origen domiciliario y más de la mitad de éste corresponde a botellas PET.
Los efectos de la presurización de botellas con nitrógeno nos permitirán reducir la cantidad de plástico necesario para fabricar cada envase, disminuyendo el volumen de residuos o material para reciclaje, promoviendo el desarrollo de botellas más ligeras, con costos de materia prima y distribución inferiores.
El gas que utiliza Indura en este proceso es de grado alimento, elevada pureza, libre de contaminación física, química y microbiológica, que cumple altos estándares internacionales.
La presurización permite generar en los envases una atmósfera inerte y libre de oxígeno, lo que aumenta la vida útil del producto al preservar las características organolépticas originales.
De esta forma se previene igualmente el deterioro por efecto de reacciones oxidativas y microbiológicas.