Siete millones de litros de cerveza, más de seis millones de personas, 200 años de historia, 800 millones de euros en ganancias, 120.000 salchichas, son sólo algunas de las cifras del festival de cerveza más importante del mundo, el Oktoberfest de Munich.
A continuación les compartimos 8 cosas que viene bien saber si quieres ir al Oktoberfest de Munich y disfrutarlo al máximo.
Contenido
1. Origen del Oktoberfest
Corría octubre de 1810 cuando el príncipe Luís I de Baviera y la princesa Teresa de Sajonia decidieron invitar a todo el pueblo a la celebración de su boda.
La celebración duró nada más y nada menos que cinco días y rezaba el siguiente lema: «bebida para todos», aunque no fue sino hasta ocho años después que se empezó a servir cerveza.
Fue tan exitosa que se instauró como una fiesta anual y solo ha sido cancelada en 24 ocasiones principalmente por guerras o por epidemias de cólera.
2. Sólo se sirve cerveza local
Sólo las cervezas elaboradas en las inmediaciones de Múnich tienen cabida en esta celebración. Este distinguido club lo componen: Augustiner, la más antigua, que no se exporta ni se publicita; Paulaner, la más joven e internacional; Spaten, reconocida por su cerveza de trigo Franziskaner; Hofbräu; Hacker Pschorr; y Lowenbrau.
Cada una elabora una cerveza única para la ocasión, conocida como Oktoberfestbier, que tiene entre un 0,6 a 1,1% más de alcohol que la media de la cerveza alemana.
3. Comidas típicas alemanas
Aunque la salchicha, especialmente la weisswurst es típica en Múnich y se come en esta fiesta, los reyes del Oktoberfest son los pollos asados y los bretzel (panes trenzados en forma de pretzel).
Codillo de cerdo, pescado, brochetas de buey y las coloridas galletitas de jengibre también sirven para alimentar los estómagos de los hambrientos bebedores.
Y para los más golosos, una sobredosis de azúcar: frutos secos garrapiñados, algodón de azúcar, helados de múltiples sabores o brochetas de fruta bañadas en chocolate (Schokofrüchte).
4. Reserva con antelación
Es mejor reservar una mesa con antelación. Las mesas hay que cuidarlas como a la vida propia, el que se descuida se queda sin lugar y sin lugar no hay cerveza ni comida. Y olvídate de beber en la calle o fuera de una carpa si no quieres tener problemas con la policía.
Es más recomendable reservar una con anterioridad y llegar antes de la hora pactada, porque un minuto tarde y la habrás perdido. Si no tienes reserva, puedes ir entre las 6 y las 7 de la mañana a hacer cola por una.
5. El ritual de apertura de alcalde de Múnich
Nadie bebe hasta que el alcalde grite «¡O’ zapft is!» (ya está abierto), que sucede tras el ritual de la maza y el grifo, en la carpa Schottenhammel, en ojalá no más de dos golpes debe romper el barril y llenar la primera jarra del Oktoberfest, dando por inaugurada la fiesta.
A partir de este momento comienza el servicio desenfrenado miles y miles de litros de cerveza durante 16 días de manera ininterrumpida y por un precio medio de 9 euros el litro. La sede del invento es la explanada de Santa Teresa o Theresienwiese (Wiesn) y la entrada al recinto es gratuita.
6. Los niños son bienvenidos en Oktoberfest
Aunque la cerveza es el centro de la celebración, los niños, a partir de 6 años, son bienvenidos en la fiesta y con seguridad se la pasarán genial en el gran parque de atracciones.
Shows de teatro y marionetas, casetas de tiro, bailes y música típica también hacen parte de la feria. En la noche, miles de bombillas de colores iluminan todo el recinto creando un ambiente más festivo.
7. Ten cuidado con perder tus cosas
El alcohol hace estragos con las pertenencias y las aglomeraciones de gente aún más. Miles de pasaportes, carteras, móviles, prendas de vestir y anillos de boda son comunes, pero además hay algunos tesoros recuperados: un segway, una dentadura postiza, una lápida y gran cantidad de niños.
8. Celebraciones más allá de Munich
La fiesta de la cerveza se ha internacionalizado tanto que diversas ciudades alrededor del mundo tienen un Oktoberfest tan tradicional como el auténtico bávaro.
El Oktoberfest de Blumenau, que se creó para recuperar la economía de esta ciudad, terminó siendo el segundo festival folclórico de Brasil después del Carnaval de Río de Janeiro.
Pero quien iba a creer que es en el gigante chino, en la ciudad de Qingdao, donde se realiza el segundo Oktoberfest más grande, en un campo de 20 hectáreas reproducido casi igual al original.
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